Castillo de Rocabertí, Gerona – VisitaUnCastillo

El castillo de Rocabertí se encuentra en La Junquera, una localidad de la provincia española de Gerona. Está situado a unos 3 km al noreste de la villa y se encuentra construido sobre una escarpada peña granítica de forma cónica. Desde el pueblo se puede ver con facilidad. Actualmente, sólo quedan las ruinas.

Se menciona por primera vez en 948, pero parece que es bastante anterior. Perteneció al linaje de los Rocabertí. Esta familia obtuvo el castillo de Peralada a mediados del siglo XIII. Esto hizo que el castillo se convirtiera en el centro del vizcondado de Rocabertí.

La ubicación de la fortaleza era muy importante, ya que controlaba los pasos de Le Perthus y Panissars. Esto provocó una disputa entre el conde Hugo I de Ampurias y Ramón Berenguer IV. El conde de Ampurias logró tomar el control, pero el conde de Barcelona lo recuperó. Finalmente, los dos llegaron a un acuerdo de paz en el año 1138. Como parte de este acuerdo, el conde de Ampurias se comprometió a destruir la fortaleza y el conde de Barcelona se comprometió a destruir el castillo de Quermançó.

El rey Jaime I fue invitado por Dalmau V de Rocabertí a vivir en su casa. Esto fue narrado por el cronista Ramon Muntaner.

El castillo fue muy importante durante la batalla del puerto de Panissars en 1285. En 1288, un ejército francés liderado por Jaime II de Mallorca invadió el Ampurdán y ocupó el castillo por un corto tiempo. Para protegerse de una nueva invasión francesa en 1462, el castillo fue fortificado y se construyeron dos torres en los flancos de la muralla. Desafortunadamente, el castillo ya estaba en mal estado y no recuperó su importancia después del Tratado de los Pirineos en 1659, cuando la frontera se estableció en la cresta de la Albera.

En 1869, se descubrieron monedas pertenecientes a los condes de Besalú y Rosellón.

Este castillo era pequeño y se adaptaba a las condiciones del terreno y al espacio limitado en la cima de la colina. Se pueden ver los restos del portal de entrada, de sillares pequeños y sin trabajar, posiblemente del siglo XI, tres habitaciones con vestigios de sus bóvedas, la cisterna excavada en la roca, restos bien conservados de una torre triangular y la capilla dedicada a San Romano, que data del siglo XII. El acceso a la fortaleza estaba al este, la parte con menos desnivel, mediante una escalera tallada en la roca.

Existe una leyenda que bebe de las fuentes de Esopo, la cual habla del castillo de Rocabertí. Se dice que este castillo fue habitado por simiotes, seres fantásticos que eran medio personas y medio animales, con grandes pilosidades cubriendo todo su cuerpo, excepto los ojos y los dientes.

Un día muy frío, los simiotes acogieron a un viajero en el castillo. Estos se sorprendieron al ver que el viajero soplaba sus dedos para calentarlos. El rey de los simiotes ordenó que le sirvieran un caldo bien caliente. Pero el viajero volvió a sorprenderlos al soplar el líquido para enfriarlo.

Estos dos descubrimientos, aparentemente contradictorios, convencieron a los simiotes de que el viajero era un brujo. Por lo tanto, lo expulsaron del castillo.

Existe otra leyenda que habla de un castillo habitado por hadas. Estas criaturas míticas femeninas tienen poderes mágicos, tanto positivos como negativos. También se les conoce como mujeres de agua.

Las hadas de Rocabertí eran buenas hilanderas. Ofrecían a los mortales un huso mágico que siempre tenía hilo, siempre y cuando no hablaran mal de él.

Un día, una chica de La Junquera encontró un huso (o lo heredó de sus antepasados). Esta chica se enriqueció vendiendo el hilo mágico. Sin embargo, su nieta profirió un «voto este hilo» un día que se le enrolló la madeja.

Como resultado, el huso, el hilo y hasta las piezas cosidas se fundieron y desaparecieron.

Si has disfrutado de conocer un poco más sobre el Castillo de Rocabertí, esperamos que te sea útil para seguir descubriendo todas sus historias y curiosidades. ¡Que tengas un buen viaje al pasado!

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